EL LIBRO DE LOS REZOS (ensayo cínico sobre la religión, la mujer y la hipocresía)











EL LIBRO DE LOS REZOS
(ensayo cínico sobre la religión, la mujer y la hipocresía)








PRECAUCIONES, ADVERTENCIAS Y CONTRAINDICACIONES

                Los rezos que leeremos a continuación, todos ellos, serán escuchados por Caronte, el barquero que a nuestra muerte nos llevará al Hades, cruzando el río Aqueronte, según la mitología griega; pero atención: si no decimos algunos rezos, junto al aporte de un sustancial óbolo monetario, Caronte se negará a cruzarnos y seremos condenados a errar durante cien años por las riberas del río como no-vivos, no-muertos. La única alternativa a este horrendo destino, es que los deudos depositen nuestro cadáver a orillas del Aqueronte, con una moneda de oro bajo la lengua. Eso nos daría la posibilidad de que el barquero se apiade de nuestra alma y nos cruce, aceptando los rezos y esa moneda como único y suficiente pago.
            Otra opción, más moderna pero en pleno uso desde hace siglos, es no morir. Para esta opción -utilizada por productores de soja, abogados, políticos, militares, curas, rabinos, pastores, profetas, imanes, papas, obispos, cardenales y banqueros- disque 0800-SOYTUYO666, o visite la página de infernet: www.almaenventa.net, aunque el Autor no se responsabiliza en estos casos por lo que suceda cuando se deba cumplir cualquier contrato que pudieran acordar las partes. Por ello recomienda, con conocimiento de causa, ahorrar unos pesos en vida y aprender a rezar, para optar por cruzar hacia el Hades del modo tradicional.
            Es esperable que usted deba hacer algunas cosillas ilegales (a los ojos de los hombres pero no a los de Dios) como por ejemplo no pagar impuestos o reventar las arcas de algún banco inglés. Así podrá llegar al Hades y permanecer allí tranquilo por toda la eternidad porque los recaudadores, así como los vendedores de autos, las compañías de seguros, los usureros y los banqueros (perdón por las redundancias), jamás llegarán a cruzarse con su alma. ¿Esto último le suena como apología del delito? Piénselo otra vez...
            El inframundo, en la mitología griega, no excluye a ningún credo anterior o posterior a Zeus. Ni si quiera excluye a los ateos, de modo que usted rece a quien le plazca... pero rece.



Musulmanes y el Corán

Corán: Libro que los mahometanos, neciamente, creen escrito por inspiración divina, pero que los cristianos consideran una perversa impostura, contraria a las Sagradas Escrituras. Y viceversa.*
* Adaptado del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.

Rezos de Entierro (Janazah) en fonética:
Allahummaghfir lihayatina wa mayatina wa saghirina wa kahirina wa zhakirina wa unthana. Allahumma man ahyatahu minna fa-ahyahu 'alal Islam wa man tawafthu minna fa-tawafthu 'ala iman. Allahumma la tahrimna ajrahu wa la tudalana ba'dahu.
El rezo en sí mismo, consiste en cuatro Takbirs.

            El Autor, en este caso, no tiene la menor idea de lo que significan estas palabras en árabe, pero supone que seguramente agradarán a Caronte. El problema es que disgustarán a Alá porque no fueron dirigidas a Él y entonces, se producirá un conflicto de poderes e intereses. Si ello ocurriera, se recomienda no continuar después del primer Takbir, aunque el Autor tampoco tiene muy claro qué es un Takbir. Mejor dejarlo ahí y hacerse talibán. Ellos predican que las buenas acciones disipan las malas y no aclaran si hay un vice-versa aunque todo indica que no. Basta con tomar una buena cantidad de explosivos, matar a mucha, pero mucha gente, hacerle un corte de manga al mundo y terminar rezando -si sobrevivió a la explosión- cualquier pavada en la mezquita más cercana a su domicilio. El Autor no sabe si Caronte escuchará esta súplica, pero nunca está de más hacerla porque al Autor le consta que, en ocasiones, Dios y el Diablo trabajan en el mismo taller fabricando excelentes ametralladoras.
            Sin pecado no hay perdón y sin perdón no hay paraíso, tal era la filosofía religiosa de Rasputín, por ejemplo, aunque él no era musulmán sino un monje libertino, católico ortodoxo, de la iglesia rusa. Pero para el caso, es lo mismo. Para la maldad no existen fronteras o religiones y si no, para muestra, lo tenemos al nunca bien ponderado G. W. Bush, cristiano protestante que, dicen, está posando para un retrato vivo del anticristo, versión idiotizada.
            Pero a medida que el Autor avanza en estas líneas advierte que, según los textos consultados y lo poco que conoce de la cultura árabe, las mujeres islámicas tienen poco o ningún papel en la vida religiosa, por lo que puede asumirse que las posibilidades de que alguna de ellas entre al Hades son mínimas o ninguna. Aunque, según el sagrado Corán, el Paraíso se halla a los pies de las madres, no aclara si éstas entrarán en él; tampoco dice nada sobre las mujeres que no son madres. Por lo pronto, aquí en la tierra, las mujeres musulmanas, igual que las judías, deben orar en fila detrás de los hombres para evitarles a éstos todo tipo de tentación.
            Como en otras religiones -casi todas- la mujer musulmana queda relegada a las tareas reproductivas y domésticas, con el agravante que, en la vida terrenal, tienen que andar por allí con todo tapado, especialmente la cara. El Autor no sabe decir si el chador lo deben usar porque son muy feas, tienen mal aliento o simplemente es un modo de que al varón musulmán no se le endilgue mal gusto. Como además son polígamos, el Autor no cree que a los musulmanes les sea sencillo obtener el soñado paraíso y por eso algunos eligen inmolarse en la Yihad, para consagrarse mártires, dicen ellos.
            El Autor cree que, en realidad, lo hacen para librarse de tantas esposas con sus respectivas suegras, llegando así a la conclusión de que el varón musulmán tiene pocas posibilidades de entrar al Hades y la mujer, ninguna. Pero igual y por las dudas, señores musulmanes, recen; Caronte está viejito y puede distraerse. Además, si entraran al paraíso, allí los esperan las huríes, féminas de naturaleza divina que, por esa condición, seguramente no provienen de la Tierra y serían algo así como las hadas del sexo.
Hurí: Atractiva señorita que habita el paraíso mahometano, alegrando las horas del buen musulmán, cuya creencia en las huríes es síntoma de un noble descontento con sus esposas terrestres que, según él, no tienen alma. Se dice que las esposas no aprecian a las huríes.*
* Del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.













Griegos cristianos, ortodoxos o no

Zeus: Rey de los dioses griegos, adorado por los romanos como Júpiter, y por los norteamericanos como Dios, Oro, Plebe y Perro. Algunos exploradores que han tocado las playas de América, entre ellos uno que pretende haberse internado una considerable distancia, piensan que esos cuatro nombres representan a cuatro divinidades separadas, pero en su inmortal obra sobre Creencias Supérstites, Frumpp insiste en que los nativos son monoteístas, y que ninguno tiene otro dios que sí mismo, a quien adora bajo muchos nombres sagrados.*
* Del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.

Rezos del Komboloi o Komboskini (ΑΓΑΠΗΣΕΙΣ)

Christ our eternal King and God, You have destroyed death and the devil by Your Cross and have restored man to life by Your Resurrection; give rest, Lord, to the soul of Your servant (name) who has fallen asleep, in Your Kingdom, where there is no pain, sorrow or suffering. In Your goodness and love for all men, pardon all the sins he (she) has committed in thought word or deed, for there is no man or woman who lives and sins not, You only are without sin.
For You are the Resurrection, the Life, and Repose of Your servant (name), departed this life, O Christ our God; and to You do we send up glory with Your Eternal Father and Your All-holy, Good and Life-creating Spirit; both now and forever and to the ages of ages. Amen.

            Ok. El Autor, en este caso, así como desconoce el idioma árabe, es igual de ignorante respecto al inglés y algriego. Pero todo hace presumir que este rezo parece griego ortodoxo cristiano, escrito en inglés. Probablemente Caronte lo considere válido aunque tampoco lo entienda. Al fin y al cabo él es un intermediario ante Hades y éste un intermediario ante Zeus. Y como cualquier intermediario, no se ha de preocupar demasiado por lo que le pase al interesado una vez que él lo lleve a la otra orilla del Aqueronte. Además, lo verdaderamente importante para Caronte, como para cualquier intermediario, es el dinero.
            El rezo, en este caso, es como la letra chica de las pólizas de seguros de las compañías que, finalmente, terminan embolsándose la plata del asegurado. Justamente por ello, el rezo debe hacerse inexorablemente, igual que, con gran molestia, debemos leer esa letra chica de los seguros. Este rezo en particular puede o no, agradar a Caronte. El Autor desconoce si el barquero, que existe desde miles de años antes de Cristo, será complacido por una oración cristiana. Si se mostrara contrariado, hay que explicarle que las oraciones cristianas no son más que versiones tuneadas de rezos más antiguos que los antiguos egipcios y que, justamente por ser rezos tuneados, igual que los autos, son mucho más valiosos por eso del valor agregado.
            Además, el rezo griego va acompañado de un rosario que se llama Komboloi, que es una cuerda hecha de plata y oro, llena de nudos y piedras valiosas. El Autor apuesta su dudoso prestigio a que Caronte podría ignorar el rezo, pero no el valor del Komboloi. El Autor recuerda al interesado que los intermediarios suelen ser también coimeros. A no desesperar queridos lectores. Todo tiene un precio. También el Hades.
            Ahora bien, si el finado en vez de Komboloi llevara un gran Komboskini -versión barata y muy grande del primero- probablemente Caronte lo utilice para ahorcarlo y dejarlo más finado todavía, si eso fuera posible. Nunca se sabe, tal vez use su peso muerto como ancla para la barca. Algo parecido a lo que nos gustaría hacer a nosotros -aquí en la tierra- con las hordas de piojosos enanos mentales -por donde se los mire- que tanto abundan en la consumista sociedad moderna y que todo, pero todo, ellos siempre lo tienen más grande. El barquero podrá ser materialista pero difícilmente sea boludo. Los ricos deberán ofrendar riquezas de verdad. Todas ellas. El autor cree que, probablemente, Caronte no exigirá a nadie algo que no puedan pagar pero, a no dudarlo, los ricos deberán darle absolutamente todo lo que sean capaces de conseguir. Igualito que los bancos -aquí en la tierra- Caronte los exprimirá hasta dejarlos momificados. Tal vez así los cruce. Aunque luego, una vez en el Hades, se planteará un conflicto eterno como el mismo cielo: “...es más posible que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de los cielos...” Lo escribió un tal Mateo en un libro muy taquillero -sabe Dios quién era el tipo- pero quien pronunció esas palabras en el sermón de la montaña, no era tan desconocido. Era un barbudo y mugroso judío que vagaba por oriente medio predicando boludeces. Y otra vez, sabe Dios por qué, sus palabras adquirieron tremenda relevancia. Pero claro, algo habrá hecho para que después de torturarlo, lo clavaran en una madera. Aquí, la mitología griega -muy anterior cristianismo- recurre a un montón de dioses y semi-dioses que cumplen diversas funciones y opinan de diferentes modos. Algunos ensalzan las riquezas como una virtud y los más, la condenan como un pecado vil. Seguramente en el Hades habrá alguna de tantas deidades que sirva para dirimir tal conflicto que, para colmo, lo plantea un judío renegado y andrajoso cuyas palabras generaron las polémicas más persistentes.
            El mundo subterráneo o inframundo suele ser llamado Hades, toponimia de su custodio, y está dividido en dos regiones: el Erebo, donde los señores y señoras que fueron buena gente (lo de las señoras es una ingenua suposición del Autor), entran en cuanto mueren; y el Tártaro, la región más profunda, donde se encierra a los malos, que serán custodiados por los titanes -como por ejemplo, Cerbero- por toda la eternidad. El autor tiene constancia de que el Tártaro necesita ser constantemente ampliado, especialmente desde que el judío barbudo pronunció aquellas palabras en el Sermón de la Montaña. Como el Autor menciona más arriba, no todos los dioses griegos del Olimpo asociaban riqueza con pecado y seguramente habrán convocado a un concejo especial para redimir tamaño olvido. Después de todo, Caronte es un pobre anciano que, cansado y senil, no distingue muy bien entre buenos y malos. Sólo le interesa el pago y los rezos; para las demás sutilezas está Hades y su pléyade de secretarios y ayudantes. El Autor no puede asegurar que el criterio de selección sea ecuánime pero, por las dudas, recomienda vivir según la moraleja “rico no es quien tiene mucho sino aquél que tiene lo que necesita” lo que en otras palabras, es básicamente lo que dijo el judío mugroso en oriente medio, hace dos mil años.
            Aparentemente, en la mitología griega no se les niega el paraíso a las mujeres, pero tampoco se las incluye expresamente. El Autor confiesa avergonzado que, en este caso, no leyó la letra chica y por consiguiente ignora el mandato divino respecto a las ninfas griegas.












Judíos no-apóstatas
Triquinosis: Réplica del cerdo a la porcofagia.*
* Del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.

El Kadish (del arameo, קַדִּישׁ)

En fonética es:
Itgadal veitkadash shemé rabá. Amén. Bealmá diberá jirhuté. Veiamlij maljuté. Veiazmaj purkané vikareb meshijé. Amén. Bejaiejón ubiomejón ubjaié dejol bet Israel. Baagalá ubizmán karib veimrú. Amén.
Iehe Shemé Rabá mebaraj lealam lalmé almaiá. Itbaraj veishtabaj veitpaar veitromam veitnasé veithadar veithalé veithalal Shemé DeKudshá Berij Hu. Amén.
Leelá min kol birjatá shiratá tishbejatá venejamatá daamirán bealmá. Veimrú Amén (Amén). Al Israel, veal rabanán, veal talmideón, veal kol talmidé talmideón, deaskín beoraitá kadishtá. Di beatrá adén vedí bejol atar veatar. Iehé lana ulhón uljón jiná vejisdá verajamé. Min kodam Maré shemaiá veará veimrú. Amén (Amén).
Iehé shelamá rabá min Shemaiá, jaim vesabá vishuá venejamá veshezabá urfuá ughulá uslijá vejapará. Verevaj veazalá lanu uljol amó Israel. Veimrú. Amén (Amén).
Osé shalom bimromav hu (verajamav) ya'asé shalom alenu veal kol (amó) Israel. Veimrú. Amén.

            El Kadish, oración para los muertos, es un panegírico a Dios, al que se le pide acelere la redención y la venida del mesías. Debemos recordar aquí que el judaísmo no consideró nunca que el barbudo mugroso que el Autor mencionaba anteriormente, fuese el mesías. ¿Cómo podría serlo si nació en un refugio para cabras y se comportaba como un despreciable comunista?
            Obviamente, el Autor no tiene idea del griego, inglés, árabe, hebreo, el arameo o el Idish, pero sí sabe que ésta es una plegaria que se reza sólo en público, por lo cual es necesario un minián de diez varones como mínimo para elevar la oración. Y le piden a Dios que acelere, que haga algo de una vez. Esto, para el Autor, es casi una blasfemia. ¡Poner a Dios a la par de un político radical! ¡Por Dios!
            El Autor asume que las mujeres no pueden integrar un minián porque, si se mezclaran con los varones, lo que se elevaría, no sería sólo la oración. Y todos sabemos que la lujuria, en ocasión de rezar o de un sepelio -en toda ocasión, en realidad- está fatalmente condenada en casi todas las religiones.
            El judaísmo, al menos inicialmente, creía en Sheol, que se describe como una existencia sombría a la cual todos eran enviados tras la muerte. El Sheol pudo haber sido poco más que una metáfora poética de la muerte, de la ausencia de vida, y no se refiere a una vida después de la muerte. En el Antiguo Testamento no se amenaza a los pecadores con ninguna vida de sufrimiento después de la muerte.
            La escatología judía distinguió después entre un lugar especial para los justos y otro para los condenados o réprobos (Ezequiel 32:17-22) (Ezequiel XXXII, 17-32). Desde el siglo II, el Sheol equivale, para los rabbanitas, al Gehena. También se conoce como Sheol-Abbadón, por este ángel del abismo que representa el mundo de ultratumba (Job 28:22) y se traduce como 'perdición'. La religión judía negaba a rajatabla cualquier vida después de la muerte.
            Posteriormente empezó a introducirse la idea de resurrección. Había en el judaísmo dos corrientes: los fariseos creían en la resurrección y los saduceos la negaban. Pero la resurrección se entendía en una forma terrenal: se resucitaría para volver a llevar una vida terrenal. Sólo resucitarían los buenos. El castigo de los pecadores era la 'muerte eterna', que no era el infierno ni ningún sufrimiento de ultratumba, sino la ausencia de resurrección.
            El autor sugiere a los judíos, que le expliquen esto a Caronte. O mejor, no lo hagan. Ni siquiera mencionen que son judíos. El hecho de que su origen se remonte a cinco mil setecientos sesenta y pico de años, no les da autoridad para desmentir la existencia del infierno, ni la del Hades, por supuesto. Y no le pidan auxilio a Abbadón si el barquero se enoja, porque siendo un ángel, Abbadón estaría un peldaño por debajo de Caronte si consideramos el escalafón de entes sobrenaturales agremiados. Como es público y de prudente práctica, nadie libera una flatulencia delante del jefe. Así que, como el resto, a callarse la boca y poner el óbolo. De no hacerlo, Cerbero -guardián del Tártaro- hará collares con lo que queda de los mutilados penes hebreos. Y no es cuestión de andar por la eternidad sin pene. Se puede estar muerto y en el infierno, pero jamás sin pene. Los varones judíos ya bastante tienen en la vida andando por ahí sin prepucio. En fin, como para todos, no será nada fácil para un judío entrar al Hades porque, para colmo de males, el judaísmo tiene muchos, pero muchos más pecados en catálogo que cualquier otra religión, excepto el Islam. Si Moisés supiera lo que hicieron después con sus tablitas de los Diez Mandamientos, lo pensaría muy bien antes de resucitar. Y también sería nefasto que Caronte se enterara de lo que hacen los israelitas en Palestina, desierto que estos virtuosos del arado y la metralleta convierten poco a poco en un vergel. El Autor no desea que se los juzgue mal, pobres, algo tienen que comer porque el maná se acabó. Y Palestina estaba ahí nomás, a tiro de fusil...

Maná: Alimento dado milagrosamente a los israelitas en el desierto. Cuando no lo recibieron más, se afincaron y labraron la tierra, fertilizándola, por regla general, con los cadáveres de sus primitivos ocupantes.*
* Del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.

                Los judíos devotos tienen la vida muy complicada. Desde las comidas hasta las vestimentas. También, obviamente, tienen complicaciones a la hora de morir. El autor propone que no mencionen para nada que no creen en el infierno ni en el paraíso y que, aún en el siglo XXI, relegan a la mujer a un papel meramente reproductivo ocupando en la familia un lugar similar al de una mascota. Si Caronte se enterara de las cosas que aún hoy suceden con las mujeres judías... por ejemplo, el Autor recomienda leer este artículo periodístico en el que se refleja la intención solapada y artera de los rabinos para que, con cualquier pretexto, las mujeres judías no accedan a la resurrección:
            “...Unas 100.000 mujeres judías deberán de renunciar a sus pelucas —que fueron confeccionadas con el pelo de feligreses hindúes, cuya religión consideran pagana—, si resulta válido el dictamen (halajá) del rabino Shalom Yosef Eliashiv.
                Según informa la prensa local, la validez ritual de las pelucas que están obligadas a usar esas mujeres, ha sido cuestionada por el rabino Eliashiv, uno de los intérpretes bíblicos más respetados de su generación.
                Conforme al dictamen rabínico, bastaría con que 50 de los aproximadamente 5.000 cabellos con los que está confeccionada una peluca hubieran sido recogidos en un templo hindú para que una mujer judía caiga en pecado.
                Este, en rigor, sería el pecado en que, sin saberlo hasta el dictamen de Eliashiv, habrían cometido esas mujeres confiadas en que sus pelucas eran “kosher”, esto es, aptas desde el punto de vista de la religión hebrea.
                Según la legislación religiosa, las mujeres judías casadas deben cortarse el cabello y cubrirse con un pañuelo, lo que hacen las más adustas, o una peluca, pues al ser el cabello uno de los factores de la atracción sexual femenina, podrían caer en el adulterio.
                Las muchachas de la comunidad ortodoxa, que suelen casarse a edad temprana, se cortan el pelo al cero antes de la boda y ese día ya van al palio nupcial cubiertas con una peluca o un sombrero.
            Encima, para tormento del rabinazgo, hay un fuerte movimiento entre las mujeres judías para ser más protagónicas en los rituales religiosos y ya hablan del Toramix, que no es un jarabe para la tos, como creía el Autor, sino una Torá mixta que las incluya y reconozca. ¡Casi tan pretensiosas como las monjas católicas que reclaman el derecho de dar misa y administrar otros sacramentos!
            Por esa razón y una extensa lista de otras, las mujeres de cualquier religión deben estar condenadas de antemano a arder en el fuego eterno de cualquier infierno o inframundo. El Autor no comparte ideológicamente esa condena pero, a la vez, se encuentra confundido, porque estima que un infierno sin mujeres debe ser muy aburrido, y con ellas, el infierno debe ser realmente un infierno. Recomienda a los judíos varones en general que, si pretenden cruzar el río, lo hagan en silencio, no hablen de mujeres ni de Palestina y doblen su pago en efectivo. Pueden, eso sí, mencionar el Holocausto, eso nunca falla. Y no falla porque los seis millones de judíos asesinados no eran israelíes. Ninguno lo era.
 ¡Oh cielos, nunca hay que dejar de creer en la compasión de los dioses ni tampoco en el milagroso poder del dinero! Aún así, el Autor sugiere que, si todo lo recomendado fracasa, los judíos israelíes le pidan ayuda a los ingleses.















Rezos Shruti para Hindúes

Brahma: Creador de los hindúes, que son preservados por Vishnu y destruidos por Shiva; división del trabajo más prolija que la que encontramos en las divinidades de otras naciones. Los abracadabrenses, por ejemplo, son creados por el Pecado, mantenidos por el Robo y destruidos por la Locura. Los sacerdotes de Brahma, como los de Abracadabra, son hombres santos y sabios, que jamás incurren en una maldad.*
* Del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.

Átharva Vedá (libro de los rituales)
SLOKA 34
Nuestra alma nunca muere; solamente el cuerpo físico muere. Nosotros ni tememos a la muerte ni la ansiamos, sino que la reverenciamos como una experiencia muy elevada. La vida, la muerte y la vida después de la muerte son todas parte de nuestro sendero hacia la perfecta unidad con Dios. Aum.
Oh Maghavan, verdaderamente, este cuerpo es mortal. Ha sido apropiado por la muerte. Pero es el terreno que sostiene a ese Ser (atman) sin muerte y sin muerte e incorpóreo. Verdaderamente, él, que es contenido, ha sido apropiado por el placer y el dolor. Verdaderamente, no hay libertad de placer y dolor para uno mientras está contenido. Verdaderamente, cuando uno no tiene cuerpo, el placer y el dolor no lo tocan.
Sama Veda, Chhandogya Upanishad 8.12.1. UPH, 272

            El Autor en este caso también está un tanto desorientado. El hinduismo es una tradición religiosa de la India. En sánscrito se conoce como sanātana dharma (‘religión eterna’) o vaidika dharma (‘deber védico’). Algunos creen en el dios llamado Vishnú. Sin embargo, los vaishnavas gaudiyas (‘vishnuistas bengalíes’) adoran exclusivamente a Krishna. En el Vedānta esa suprema realidad es denominada Brahman y no tiene pasado, presente ni futuro y es infinito. En el hinduismo hay cultos politeístas, monoteístas, panteístas y, aunque difícil de entender, ateos, que no creen en dioses pero sí en otras cuestiones sobrenaturales. Todos creen en la reencarnación. ¿Cómo no estar desorientado entonces?
            Pero el Autor, intuitivamente insiste en que, con o sin reencarnación, los difuntos hindúes deberán pasar por el Hades y allí se verá quién queda y quién reencarna. Quien queda, habrá llegado a su Nirvana, y quien se vuelve reencarnará en algo o alguien que, a su debido tiempo, deberá volver a enfrentar a Caronte. Esto parecería muy conveniente para las arcas del anciano, puesto que las mismas almas deberán pagar su óbolo una y otra vez y, habiendo más de dos mil millones de hinduístas, el negocio del barquito es para no despreciar. El autor hace fervientes votos para que Ménem no se entere, pensando en lo que sería el Aqueronte privatizado. Tal como es, ya es complicado pasar. El autor ni se imagina que, encima, haya que pagar peaje a “Rutas del paraíso S.A.”. Mejor ni pensarlo. Además, nombrar al innombrable es yeta y puede ocasionarle al Autor infinidad de males.
            Pero aquí también se presenta el dilema de las mujeres.
            A diferencia de la tradición judeocristiana, en el hinduismo la mujer no es creada de una parte del hombre, sino que el absoluto se dividiría en dos, formando lo que los griegos llamarían Mónada y lo que los chinos llaman Tao, una dualidad manifestada en dos polos; por ejemplo en los dioses: el sexo masculino y el femenino. Es por esta razón que las deidades aparecen en parejas, lo que muestra su dualidad, por ejemplo Visnú y Laksmi, Shiva y Pravati.
            Pero las mujeres hindúes de carne y hueso ocupan una posición secundaria -cuándo no- en la familia y en la sociedad. Una vez privadas de la infancia, y lanzadas a la edad adulta de forma brutal, las mujeres realizan las tareas más duras y que presentan mayor riesgo para la salud; las responsabilidades de la reproducción, la división sexual del trabajo; la escasez de educación y capacitación, dificultan el acceso al trabajo asalariado de las mujeres, restringiendo sus posibilidades de trabajo al mercado informal, en condiciones de inferioridad, a la prostitución y al resto de trabajos que la sociedad hindú masculina no quiere asumir. En ningún texto consultado por el Autor, se presume que las mujeres tengan los derechos supraterrenales que sí tienen los hombres. Ni siquiera se presume que reencarnarán. Sólo mueren. No pueden pagar su óbolo a Caronte porque son pobres de absoluta pobreza. Tal vez si le ofrecieran sexo... pero no, el barquero es un anciano y no debe estar muy interesado. El Autor no sabe especificar si Caronte es capaz de tener piedad, pero es de sentido común pensar que, de tan viejo, el barquero sólo hace su trabajo con frialdad y eficiencia. No, el autor no cree que las mujeres hinduístas tengan un lugar en el Hades, y esto se va poniendo espeso: hasta ahora, en ninguna de las religiones mencionadas, las mujeres tienen cabida en lugares extra-terrenales; a pesar de que es notorio que ellas son, siempre, las que más rezan.
            El Autor teme que al hacer evidente semejante discriminación se sospeche que pretende interceder por ellas: ¡de ninguna manera!; pero tal vez alguna oración que nos falte analizar las reivindique, las contenga y las incluya. Aún nos falta estudiar otras religiones, sectas y entidades varias que también tienen rezos... o deberían tenerlos.

















Para budistas en el mundo entero

Amor: Insanía temporaria curable mediante el matrimonio, o alejando al paciente de las influencias bajo las cuales ha contraído el mal. Esta enfermedad, como las caries y muchas otras, sólo se expande entre las razas civilizadas que viven en condiciones artificiales; las naciones bárbaras, que respiran el aire puro y comen alimentos sencillos, son inmunes a su devastación. A veces es fatal, aunque más frecuentemente para el médico que para el enfermo.*
* Del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.

Rezo de Metta-Karuna (Amor y Compasión Universal)
Buda de la Vida y de la Luz,
Confío en su gran compasión,
Libérame de la insentatez mía,
Transformándome en su medio de amor eterno.
Puedo convertirme en medicina para los enfermos,
Cuidando sus aflicciones hasta que se curen;
Puedo convertirme en alimento y bebida, durante la época de hambre,
Puedo proteger a los desamparados y a los pobres,
Puedo convertirme en una lámpara para los que necesiten su Luz,
Puedo ser una cama para los que necesiten descansar,
y dirijo a todos los buscadores a la Otra Orilla.
Que todos encuentren la felicidad a través de mis acciones,
Y que nadie sufra debido a mis hechos.
Si me amen o me odien,
Si me lastimen o me perjudiquen
Que todos obtengan la confianza verdadera,
En el Voto Primal del Otro Poder,
Y realice la Tierra Pura. Namu Amida Butsu.

            El budismo es una religión no teísta perteneciente a la familia dhármica y a la subfamilia nástika de religiones. Su complejidad y diversidad hace que también sea estudiado o descrito en ocasiones usando términos adicionales como: fenómeno transcultural, filosofía, método de trasformación o sistema ético. La ética budista se fundamenta en los principios de ahimsa (no ocasionar daño) y el camino medio (moderación; no reprimir ni tampoco aferrarse a nada). Según las enseñanzas budistas, los principios éticos están determinados por el hecho de si una acción cualquiera podría tener una consecuencia dañina o perjudicial para uno mismo o para otros. En el budismo se utiliza la expresión de mente hábil, que es aquella que evita todas las acciones propensas a causar sufrimiento o remordimiento. El esfuerzo y la intención empleados determinará la carga kármica de la acción.
            A diferencia de una regla impuesta por una autoridad, un precepto es una base o guía ética personal. La ética budista se basa en Los Cinco Preceptos: No matar. No tomar lo que no es dado. No mantener una conducta sexual incorrecta: que sea dañina con otros o con uno mismo. No hablar de manera dañina: mentir, rudeza, ostentación, chismorreo, charla vana. No tomar o consumir intoxicantes que alteren negativamente la mente. Los monjes y monjas budistas por su parte, siguen más de doscientas normas de disciplina descritas en detalle en el Vinaya Pitaka.
            A diferencia del hinduismo, el budismo no habla de reencarnación sino de renacimiento y tienen extraños conceptos de cielo e infierno puesto que no creen en la existencia de un alma. Para los occidentales es casi imposible entender tales ideas y conviene advertir a tiempo a los budistas, que Caronte es clara y decididamente occidental. Probablemente la estrategia para entrar al Hades por parte de los budistas sea sentarse frente al barquero en posición de loto y cantarle unas letanías de esas insoportablemente aburridas y extensas y pedirle arroz y agua y volverle a cantar. El Autor supone que, con tal de hacerlos callar, Caronte los cruzará sin cobrarles la parte en efectivo.
            Lo de los budistas es muy particular. No le hacen mal a nadie pero tampoco le hacen bien a nadie; son algo así como la gelatina sin sabor. No son ni malos ni buenos pero tienen una virtud importante respecto a las mujeres: logran que por su aspecto asexuado no parezcan mujeres y, por consiguiente, es muy probable que alguna de ellas se infiltre de manera inocente y desapercibida en el Hades. Pero aquí, en el mundo terrenal, ellos también colocan a la mujer en un plano inferior y la consideran un mal necesario, restringiendo las jerarquías religiosas y sociales sólo a los varones.
El Autor está preocupado pero a la vez esperanzado porque en los siguientes rezos de las religiones más populares de occidente, probablemente encontrará, por fin, que las mujeres se han ganado dignamente el lugar que merecen.



Católica Apostólica Romana

Eucaristía: Fiesta sagrada de la secta religiosa de los Teófagos. En esta secta surgió una infortunada disputa acerca de lo que comían. Dicha controversia ha causado ya la muerte a muchos cientos de miles de personas, sin que la cuestión se haya aclarado.
* Del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.

Sacramento de la Extremaunción (Unción de los enfermos).
Conviene administrarla conjuntamente con la Eucaristía y debe hacerse tres veces la señal de la cruz mientras se ora:
Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. Amén.

            Al Autor le parece que en este caso faltaría que el moribundo confesara primero sus pecados y se arrepintiera sinceramente de ellos. De otro modo podría vivir toda la vida como un verdadero cretino, total, un curita se persigna tres veces y listo ¡al Paraíso señores, aprovechen la oferta! Pero aún en caso de sincero arrepentimiento se debería contemplar que el pecado en sí, implica un daño a otro ser humano y que no sólo ofende a Dios. Aunque en realidad al Hades llegan tanto justos como pecadores, es en su subsuelo en donde serán separados, de modo que, lo que haya hecho el cura en estos casos, poco importa. La vara con que se miden los pecados en el Hades está menos politizada y menos manipulada que en la madre Iglesia.
            Un detalle no menor es que sólo en el cristianismo se utilizan intermediarios terrenales para acceder al cielo y esto, a Caronte le debe caer bastante mal; para intermediario está él.
            La Iglesia Católica reconoce dos tipos de pecados: veniales y mortales. Para que un pecado sea mortal -infracción grave que destruye la caridad del hombre- se requieren tres condiciones: es pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave (falta a uno de los diez mandamientos) que sea cometido con pleno conocimiento (que la persona sepa que la falta es un pecado) y deliberado consentimiento, es decir, que la persona esté consciente de lo que hace y no lo haga bajo presión de personas o circunstancias.
            Si se lee con mucha atención el párrafo anterior en su parte final podremos entender muchas cosas. Por ejemplo la Ley de obediencia debida, merced a la cual y según la Iglesia, un señor que violó, mató y torturó personas, pueda encontrarse en el cielo con usted, que lo peor que hizo en la vida fue decir “caca” en la escuela.
            ¡Pero a no desesperar! Tenemos todavía un par de recursos inapelables, más justos y más inteligentes, como por ejemplo, una vez más, lo que decía el barbudo mugroso hace dos mil años en el sermón relatado por ese tal Mateo:
“Bienaventurados los pobres de espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos: porque ellos poseerán la tierra.
Bienaventurados los que lloran: porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos obtendrán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón: porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacíficos: porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos…..”
Jesús de Nazareth, Sermón de la Montaña. (Año 30 DC aprox.).

            Este gran discurso conocido como la “Antítesis de la Ley”, condena la superficialidad del materialismo y la religiosidad hipócrita. Todas, pavadas ingenuas que decía Jesús, según la Santa Madre Iglesia de hoy. Pero resulta que Caronte, bastante más ilustrado que los doscientos sesenta y cinco papas de la historia juntos, es tan anciano como la misma Tierra y es dueño de toda la sabiduría acumulada desde entonces hasta la eternidad. En consecuencia, el Autor, si ése fuera el caso, preferiría que su alma fuese juzgada por sabios y no por necios.
Y en cuanto a la mujer en el catolicismo...
En las plegarias de los hebreos y de otros pueblos, el hombre daba gracias a Dios por no haber nacido infiel, esclavo, ignorante o mujer. Eso sucedía en la época de Jesús, mientras Él permitía que una prostituta le lavara los pies, salvaba de la lapidación a una adúltera y aceptaba a la Magdalena como discípula.
            Se puede decir que el evangelio de la salvación empieza y termina con intervenciones femeninas. El primer anuncio de la venida al mundo del esperadísimo Mesías le fue dado a María de Nazareth; la primera noticia de la victoria del Crucificado sobre la muerte es comunicada a las piadosas mujeres que se llegaron al sepulcro de Cristo al amanecer del domingo.
            La flor y el fruto del evangelio se depositaron siempre en el valeroso corazón de la mujer. ¿Entonces, cómo se entienden las siguientes opiniones de los hombres de la iglesia?
“En la Iglesia se entiende por mujer a quien obra de manera juvenil y boba”, Haimo d’Auxerre (s. VIII).
“La mujer no puede recibir órdenes sagradas porque por su naturaleza se encuentra en condiciones de servidumbre”, Graciano (s. XII)
“Como el sexo femenino no puede significar ninguna eminencia de grado, porque la mujer tiene un estado de sujeción, por eso no puede recibir el sacramento del Orden”, Santo Tomás (s. XIII).
            En fin, podemos deducir sin esfuerzo que Jesús se apoyaba siempre en la mujer y la consideraba si no igual, aún superior al varón en casi todos los aspectos, pero los hombres de la iglesia que Él fundó, tal como suele suceder con los partidos políticos, tergiversaron todos y cada uno de los principios fundacionales. Desde el mismo día de la crucifixión, hasta sus más queridos apóstoles lo negaron, lo traicionaron, lo vendieron. Excepto las mujeres.
            Habrá que ver, entonces, qué sucederá en el río cuando una mujer católica pretenda ser cruzada. El Autor supone que se encontrará con los mismos obstáculos que el resto de las mujeres de otros cultos y que sus almas, probablemente, quedarán boyando en el Limbo por toda la eternidad, eso, en el mejor de los casos. Aunque Caronte no es católico, probablemente esté fatalmente coaccionado por el poder económico del Vaticano. Todos sabemos que, nos guste o no, el dinero manda. Especialmente cuando la sabiduría no alcanza y la fe no logra mover montañas.











Cristianismo Protestante
(Incluye iglesias evangélicas, luteranas, mormonas, pentecostales, presbiterianas, calvinistas, testigos de Jehová, adventistas, anglicana y varias otras más).

Evangelista: Portador de buenas nuevas, particularmente (en sentido religioso) las que garantizan nuestra salvación y la condenación del prójimo.*
* Del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.

Oración por los Fallecidos:
Dios de misericordia y de amor,
ponemos en tus manos amorosas a nuestros hermanos.
En esta vida Tú les demostraste tu gran amor;
y ahora que ya están libres de toda preocupación,
concédeles la felicidad y la paz eterna.
Su vida terrena ha terminado ya;
recíbelos ahora en el paraíso,
en donde ya no habrá dolores, ni lágrimas ni penas,
sino únicamente paz y alegría con Jesús, tu Hijo,
y con el Espíritu Santo para Siempre.
Amén.

            Si bien las iglesias protestantes están divididas y francamente enemistadas, todas ellas  derivan de un único cristianismo original. El monje Martín Lutero, en 1560 da el puntapié inicial, seguido de Juan Calvino. Ambos protestaban (de ahí el nombre) por la venta de indulgencias que practicaba la Iglesia Católica. Opinaban -no muy equivocados- que el Vaticano tenía secuestrados a los evangelios. Todas estas iglesias protestantes fueron adquiriendo identidad propia por la diferencia en sus ritos y, a no dudarlo, la que se lleva todos los premios por su trabajo de mercadeo, es la evangélica que todos conocemos. Estas iglesias no tienen problemas de dinero, salvo los que el propio dinero ocasiona. Desde los diezmos y pasando por la venta de milagros a medida, hasta aguas curativas y jabones bendecidos. Todo vale. Para todo hay un lugar en las viñas del Señor, acá en la tierra. Pero en el inframundo... bueno, ahí las cosas se ponen más difíciles. Con Caronte no deberían tener mayores problemas porque esa gente reza mucho y el dinero les sobra. Los inconvenientes los van a tener cuando, ya en Hades, deban ser enviados al Erebo o al Tártaro. El Autor ya comentó que el Tártaro debe ser constantemente ampliado porque su capacidad está totalmente colmada. Con los evangelistas colapsará toda infraestructura prevista porque, a no dudarlo, ellos irán allí en interminable procesión encabezada por los predicadores. Una vez en el infierno, los pastores deberán confraternizar -para obtener un lugarcito- con curas, rabinos, gurúes, chamanes, manosantas, carismáticos, imanes, profetas y toda clase de iluminados a los que Dios les apagó la luz.
            Se sabe de arduas negociaciones de la gente del Tártaro con la gente del Erebo para que éste ceda un poco de lugar físico o bien para que sean menos estrictos y comiencen a recibir más almas; por lo menos a la gente que cometió pecados más o menos veniales... y a las mujeres o algunas de ellas.
            Por razones que el Autor no comprende bien, en todas las religiones monoteístas se asume que el pecado original fue de naturaleza sexual. En realidad los libros sagrados como el Corán, la Torá y la Biblia cristiana dicen claramente que el pecado original fue la desobediencia. ¿Cómo pudo haber sido pecado el sexo si Dios puso al hombre y a la mujer en la tierra con el fin de reproducirse tanto como pudieran? Los creó con los instrumentos y los impulsos necesarios, la fisiología, las glándulas y, lo que es fundamental, los dotó de la lujuria indispensable para que, usando esos dones, poblaran el planeta. Y ahí no termina la cosa; la culpa del pecado original se la endosan a la mujer y esto sí, lo dice claramente el Génesis, fue Eva quien comió la fruta prohibida del árbol del pecado y fue Eva quien tentó a Adán a hacer lo mismo.
            En otras palabras, la culpa de todos los males de la humanidad, es de la mujer, desde el inicio de las cosas. La culpa del varón, en todo caso, fue la debilidad; eso, señores y señoras, está escrito en los libros sagrados de todas las grandes religiones. El Autor está completamente de acuerdo: los varones somos débiles y sólo podemos ejercer el poder excluyendo a la mujer hasta del mismo infierno.










Un poco de mitología antes de los siguientes rezos
Hablemos de Hades y de Plutón

                El Hades griego (Plutón para los romanos), es a la vez un lugar y un dios. Se ubica en mitad del inframundo, entre el Erebo y el Tártaro, donde Hades, como soberano, vela por la administración de su estado y dicta sus inflexibles leyes. Sus súbditos, sombras ligeras y miserables, son tan numerosos como las olas del mar y las estrellas del firmamento: todo lo que la muerte cosecha sobre la Tierra vuelve a caer bajo el cetro de este dios, aumentando su riqueza o convirtiéndose en su presa. Desde el día en que inauguró su reino, ni uno de sus ministros infringió sus órdenes, ni uno de sus súbditos intentó una rebelión. De los dioses soberanos que controlan el mundo, él es el único que nunca ha de temer la insubordinación o la desobediencia y cuya autoridad se reconoce universalmente. Sólo depende del barquero, Caronte, para que le provea las almas que la muerte arrimó al río Aqueronte, límite entre lo terrenal y el inframundo.
            Astronómicamente, Plutón es el planeta conocido más lejano de El Sol en nuestro sistema y cuenta con un satélite o luna principal, casi tan grande como el mismo planeta; se llama Caronte. Actualmente se considera que se trata, en realidad, de un planeta binario. Plutón no podría mantenerse en su actual órbita solar si no estuviese complementado por Caronte; es decir, uno no podría existir sin el otro. Sólo serían grandes cascotes espaciales.
            La simetría entre la realidad astronómica y la mitología no debe ser casual, aún considerando que esta interdependencia planetaria era astronómicamente desconocida por los antiguos griegos. Plutón fue descubierto recién en 1930.
            El Autor cree que hay otras no-casualidades en esta danza celeste, de las cuales pueden extraerse paradigmas muy interesantes, especialmente cuando hablamos de varón y mujer. También hay otras. Y hasta moralejas.








Rezo únicamente para políticos
(En ocasión de fallecimiento de un colega y por las dudas)

Política: Conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo de los intereses públicos en provecho privado.*
* Del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.

                “Jesucristo, Hijo de Dios omnipotente y eterno, Creador, Rey y Señor de la historia, Supremo Legislador, de quien emana y depende todo poder: nosotros, hombres y mujeres políticos sobre quienes recae la carga del servicio a la nación, imploramos la ayuda de Tu Espíritu para el ejercicio de la política como ciencia, arte y virtud, para edificar la justicia social y el bien común.
Danos, Señor, fuerzas para que sepamos afirmar con nuestra vida y con nuestra muerte que el ser humano no se puede separar de Dios, ni la política de la moral.
Enséñanos, Señor, a ser congruentes, coherentes con nuestra vida para que sepamos promover la verdad moral objetiva e irrenunciable que implica: defender la vida humana y su dignidad desde la concepción hasta la muerte natural; reconocer la libertad de los padres en la educación de sus hijos; eliminar cualquier forma de esclavitud o discriminación de las personas; impulsar el derecho a la libertad religiosa; desarrollar una economía al servicio de la persona en un marco de justicia, solidaridad y subsidiariedad y trabajar incansablemente por la paz que es siempre "obra de la justicia y efecto de la caridad".
Muéstranos, te lo suplicamos, cómo hacer de la política un camino de santidad, para que nunca nos avergoncemos de Ti ante el mundo, para que Tú, Señor, no nos niegues delante del Padre.
Escúchanos, Señor, a fin de que nunca falte tu luz a nuestra mente, tu fuerza a nuestra voluntad y el calor de tu caridad a nuestro corazón, para que amemos en verdad a quienes servimos. Infúndenos un sentimiento vivo, actual y profundo de lo que es el orden social, pensado por Ti, fundado en el derecho natural; y haz que un día, justamente con aquellos a quienes tuvimos la misión de servir, podamos gozar de Ti bajo la mirada amorosa de Tu dulcísima Madre, María Santísima Virgen, por toda la eternidad. Así sea.”
Texto extraído de la oración fúnebre para Tomás Moro

                Este rezo es de la época del papa Clemente y se pronunció en 1535 en ocasión de la muerte del político Tomás Moro (Thomas More) en Inglaterra. Aparentemente la oración dio resultado un tanto ambiguo porque la corona inglesa lo decapitó, pero cuatrocientos años después, en 1935, la Iglesia lo canonizó como Santo y Mártir. Misteriosos son los caminos del Señor. Y también un poco lentos.
            Que se sepa, es el único político de la historia que fue canonizado. Así que, señor político, el Autor le sugiere no esperar tal distinción y si se cree merecedor de ella, espere, pero cómodamente sentado. Mientras tanto, si aspira a ingresar al Hades, piénselo dos veces. En el sector que sin dudas le tocaría ocupar ya casi no hay espacio; imagínese estar todo apretujado, rodeado de gente tan corrupta como usted; el hedor sería insoportable, y ni hablemos del calor... No. El Autor sugiere que se tire el lance de ingresar al paraíso de su religión preferida o, cuando menos, al purgatorio. No olvide que las iglesias contemporáneas se han modernizado bastante y que ya no consideran como pecado a las cosas y hechos que Moisés o Jesús condenaban. Por ejemplo, ya no es necesaria la rectitud, ni preocuparse por los pobres o enfermos. Tampoco es pecado prometer en vano ni la mentira descarada. El enriquecimiento ilícito, con un poco de lubricante, le permitirá pasar por el ojo de una aguja. Lo dicho: no se preocupe. Va por buen camino así que métale nomás.
Nota sobre el párrafo anterior: Para no ponerse en gastos, el Autor sugiere al señor político que, para pasar por el ojo de una aguja, use el lubricante que le sobró después de romperle al pueblo... las esperanzas.
            En cuanto a las mujeres de la política, las hay buenas, malas y peores. En eso no se diferencian demasiado de los varones. Pareciera que las cuestiones de género se diluyen en cuanto se accede a cierta dosis de poder, como si les creciera pelo en el pecho, no bien asumen el cargo. Naturalmente, el Autor reconoce que no todas son iguales, pero las estimaciones de valor se hacen científicamente y las estadísticas dicen que las mujeres se corrompen con la misma frecuencia y proporción que los varones. Pero, para lo que les conviene, claro, son dulces, maternales o sensuales mujeres.
En rigor de verdad aún no se las discrimina abiertamente porque en el mundo de la política no representan un peligro para el dominio masculino, por el momento. Pero lo que ocupa y preocupa al Autor es si hay o no un sitio para ellas en el Hades; el Autor, en este caso, se ve en la obligación de decir la lamentable verdad. Si son mujeres de la política y tienen pelos en el pecho, irán al Infierno, sin dudas. Aunque el tema de los pelos es muy escabroso, particularmente para el Autor que está lidiando con una mujer que, según la sociedad, usa bigotes. El Autor opina que le quedan hermosos.


Rezo únicamente para las saudades milicosas
Extraído de la oración que hacen diariamente los cadetes del Liceo Gral. San Martín (para ocasiones en que peligre su vida o la de un camarada).

Señor, escúchame tanto en la lucha como en la paz.
Haz oh señor, que mi alma no vacile en el combate,
pon destreza en mis manos, para que mi tiro sea certero,
pon caridad en mi corazón, para que mi tiro sea sin odio,
pon la guardia más dura en mi camino
y el puesto mas difícil en mi avance.
En la paz te pido Señor, que me ayudes a vivir
y si fuese necesario por Dios, la patria y la familia
a morir como un soldado.

Matar:  Crear una vacante sin designar un sucesor.*
* Del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.

                El caso, es que esto le hacen rezar a los chicos de los liceos militares para que sepan desde chiquitos, que matar en nombre de Dios no es pecado. Sólo basta con estar convencido de que el mismísimo Dios en persona los manda a matar o morir, preferiblemente lo primero, para hacer lo que siempre han hecho los militares: autoperdonarse los pecados, autoindultarse por los genocidios y, encima, echarle la culpa al pobre muerto. Además, matar con armas bendecidas es otra cosa; no es homicidio.
            El Autor cree recordar una estadística escalofriante: las religiones han matado más gente en nombre de Dios, que todas las calamidades y enfermedades y terremotos y desgracias varias a lo largo de toda la historia de la humanidad. Y como instrumento siempre utilizaron a los militares que, gustosos, se prestan -y hasta se ofrecen- para tan noble servicio.
            El Autor hace suya una vieja frase: “... y la paz llegará cuando el último obispo se ahorque con las tripas del último milico...”.
            ¿Sabrán todos esos tipos, de todo el mundo, lo que les espera a la hora de rendir cuentas de verdad? Del Hades, ni hablar. Ni en el más caliente infierno los querrán; ¡pobres señores! ¿adónde irán? El Autor no lo sabe porque pensaba que la cosa era simple: Cielo o Infierno, Erebo o Tártaro; pero parece que no. Se rumorea que el Infierno tiene un sótano muy, pero muy profundo, reservado para tales casos, que podría llamarse Granja La Amalia, La Perla, El Pozo de Bánfield, La Escuelita, La ESMA, Islas Malvinas, etc. Pero al Autor no le consta que ese sub-sótano del Infierno exista. En todo caso, tampoco le importa y el autor, además, en caso de ser capturado, negará todo minuciosamente, diría Cortázar.
            Sí vale la pena mencionar que, a las fuerzas armadas de todos los países se han integrado mujeres que aparentemente, han demostrado ser aún más crueles que los varones cuando se trata de torturas y vejaciones; los presos de Guantánamo pueden dar fe de ello. Pero bueno, son derechos adquiridos por las féminas con sufrimiento y con... y con mucho sufrimiento, pobres, no habría que juzgarlas con tanta dureza pero... al Infierno con ellas.












Oración para motociclistas de verdad

(Oración extraída del alcoholizado cerebro del Autor)

Beber: Echar un trago, ponerse en curda, chupar, empinar el codo, mamarse, embriagarse. El individuo que se da a la bebida es mal visto, pero las naciones bebedoras ocupan la vanguardia de la civilización y el poder.*
* Del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.


¡Oh Señor de los Fierros Ardientes!
Atiende nuestras súplicas (o te reventamo):
¡Oh Señor de los Fierros Ardientes!
Somos pecadores, somos roqueros, somos putañeros
pero somos siempre los mejores compañeros.
¡Oh Señor de los Fierros Ardientes!
Te rezamos para que nos protejas en las rutas
pero sobre todo, para que nunca nos falten las putas.
¡Oh Señor de los Fierros Ardientes!
Sabemos que es pecado jugar con las putas al teto
peor es que en los encuentros, en vez de Pappo, pongan cuarteto.
¡Oh Señor de los Fierros Ardientes!
Vela por nosotros para que nos cedan el paso
pero sobre todo, para que nunca nos falte el faso.
¡Oh Señor de los Fierros Ardientes!
Cuida de nosotros ahora como hiciste en el pasado
para que nunca, por borrachos, se nos queme el asado.
¡Oh Señor de los Fierros Ardientes!
el rezo más importante es para usted
¡para que nunca, pero nunca, nos falte el Fernet!
¿Escuchaste bien, chabón?
Amén

                Esta oración debe ser pronunciada con gran recogimiento y siempre en estado de ebriedad, en el marco de una misa pagana motociclista, con música de Pappo a todo volumen y un motero bien borracho quemando cubiertas frente al altar. El altar deberá estar impecablemente manchado con vómitos y aceite de un motor recién fundido. El sagrado cáliz deberá estar hecho con una botella de Talca cortada al medio, llena de sangría de la buena. La hostia, en este caso, será un choripán. Las monaguillas serán las strippers de la noche anterior, quienes a la hora de la comunión, distribuirán generosamente preservativos entre los fieles asistentes. Quien pronuncie la plegaria, en lo posible, deberá ser un cordobés. Cumplido todo esto, la misa será un éxito garantizado.
            El Autor no quiere que lo malinterpreten. El hecho de participar en una de estas misas no es suficiente para entrar al Hades. Todo lo contrario; pero sí puede dar fe de lo bien que lo van a pasar mientras esperan su hora.
            El Autor cree firmemente en el disfrute de los placeres terrenales y en concretar, sin remordimientos, todo aquello que lo haga feliz. Básicamente es la gente feliz la que entra al Hades y al Erebo. Borges decía que el mayor de los pecados es no ser feliz, y tenía razón el viejo.
            El padre del Autor, por su parte, repetía una frase en antiguo y refinado latín: “semen retentum, venenum est”, y también tenía razón el viejo.
            Si no se daña a otros, la felicidad jamás será pecado, aunque las religiones sostengan que el camino al paraíso es el sufrimiento. Será por eso que hacen sufrir a la gente haciéndolos sentir culpables por ser felices. Y los motociclistas son felices, haciendo lo que hacen, sin joderle la vida a nadie.
            En cuanto al rol de la mujer en el ambiente motociclista... bueno, es sumamente importante, tan importante como cualquier otro accesorio de las motos. Por ejemplo un farolito cromado o un pedalín articulado. El Autor no niega que los motociclistas son súper machistas, pero también tiene claro que, como instrumento de felicidad masculina, la mujer, tanto en la tierra como en el Hades, tiene un lugarcito asegurado. Después de todo, ningún motociclista que se precie anda dejando sus accesorios tirados por ahí.
            Los motociclistas adhieren a la siguiente definición, de la cual excluyen únicamente a sus madres e hijas:
Mujer: Animal que suele vivir en la vecindad del Hombre, que tiene una rudimentaria aptitud para la domesticación. Algunos de los zoólogos más viejos le atribuyen cierta docilidad vestigial adquirida en una antigua época de reclusión, pero los naturalistas del postfeminismo, que no saben nada de esa reclusión, niegan semejante virtud y declaran que la mujer no ha cambiado desde el principio de los tiempos. La especie es la más ampliamente distribuida de todas las bestias de presa; infecta todas las partes habitables del globo, desde las dulces montañas de Groenlandia hasta las virtuosas playas de la India. El nombre que se le da popularmente (yegua) es incorrecto, porque pertenece a la especie de los gatos. La mujer es flexible y grácil en sus movimientos, especialmente Ia variedad argentina (Felis pugnans), es omnívora, y puede enseñársele usar la boca para hacer cosas que la mantengan callada.*
* Adaptado del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.
Oración para ateos, cínicos, agnósticos y anormales

Anormal: Que no responde a la norma. En cuestiones de pensamiento y conducta ser independiente es ser anormal y ser anormal es ser detestado. En consecuencia, el autor aconseja parecerse más al hombre medio que a uno mismo. Quien lo consiga obtendrá la paz, la perspectiva de la muerte y la esperanza del Infierno.*

Cínico: Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como son y no como debieran ser.*
* Del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.


ORACIÓN ATEA (Jesús Munárriz)

Por cuantos atormenta el desamor
y a nadie tienen ni de nadie escuchan
una palabra de consuelo nunca,
esta oración sin dios.

Por los que no poseen y no ven
sino miserias y necesidades,
por los que pasan frío y pasan hambre,
esta oración sin fe.

Por los niños que sufren en las guerras,
por los niños que mueren en las guerras,
por los niños que matan en las guerras,
esta oración terrena.

Por quienes tienen que vender su cuerpo
para sobrevivir, y sobremueren,
por quienes ni a sí mismas se poseen,
este dolido ruego.

Por los que nacen seropositivos,
esqueletitos ávidos de vida,
por las más inocentes de las víctimas,
este escéptico ruego.

Por los que no han tenido más remedio
que renunciar a lo que más amaban,
por los que ya han perdido la esperanza,
este baldío ruego.

Por secuestrados y por torturados,
por desaparecidos, por raptadas,
violadas y clitoritomizadas,
esta plegaria en vano.

Por las esclavizadas por sus hombres,
por las prostituidas por sus hombres,
por las asesinadas por sus hombres,
esta oración de un hombre.
Por los que no poseerán la tierra,
por los que nunca subirán al cielo,
por los que no saldrán del agujero,
esta oración atea.

Por los que morirán analfabetos
de cariño, de amor, de simpatía,
por los que vivirán sin poesía
esta oración en verso.

Por los que nunca rezan, pues no tienen
ni qué rezar ni a quién ni saben cómo,
ni lo quieren, ni cantan en el coro,
este rezo rebelde.

Esto pedimos no se sabe a quiénes,
esto imploramos puede ser que a nadie,
nuestra oración como una flor se abre
de vida breve.

                Esta oración, además de ser bella como poesía, nos enseña que hasta los ateos tienen de vez en cuando el impulso de rezar. Esto no los hace menos ateos. Se reza como una forma de expresión destinada al ser humano y no a Dios. En realidad el Autor opina que, de los que dicen creer, un mínimo porcentaje cree de verdad, un porcentaje muy, muy mínimo. Lo demás es pura hipocresía. Sucede que no desean exponerse al mundo como ateos por temor a las condenas sociales de siglos pasados. Viven inmersos en un materialismo ateo por definición pero van los domingos a las iglesias, y hasta rezan; rezan obviamente por sí mismos, para que les salga bien el negocito, para que el nene rinda bien en la escuela y para que la abuela se muera sin sufrir y dejando la sucesión bien firmada para que no se la fagociten los abogados. Rezan para que un Dios, en el que no creen de verdad, les enseñe cómo terminar de cerrar un negocio para el que carecen de talento; rezan para que el nene, que no estudió, se reciba igual -así sale bien corrupto desde chiquito- y rezan para que les caiga dinero de arriba cuando la abuelita o mamá se mueran. El Autor opina que es la forma más asquerosa de creer en Dios. Y también opina que toda esa gente -la gran mayoría- no podrá cruzar el río de ningún modo; la muerte en tales casos no será una transición, no será un viaje, sólo dejarán de respirar. Sin fortuna alguna en sus mortajas, sus cuerpos y sus corrompidas almas abonarán la tierra para que crezcan nuevas generaciones de gente como ellos.

Muerto: Dícese de lo que ha concluido el trabajo de respirar; de lo que ha acabado para todo el mundo; de lo que ha llevado hasta el fin una enloquecida carrera; y de lo que al alcanzar la meta de oro, ha descubierto que era un simple agujero.*
* Del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.
                En el Hades entran los sinceros, pecadores o no, sólo los sinceros. O como decía el famoso barbudo, los puros de corazón. Ese estado del alma, hará que religiosos o ateos, tengan un lugarcito en donde sea que se afinquen los espíritus a la hora de morir.
¿Fiel o infiel? (religiosamente hablando). Veamos:

Fiel: Virtud que caracteriza a los que están por ser traicionados.*
Infiel: Dícese del que no cree en la religión cristiana; en Oriente Medio, del que cree. Especie de pillo que no reverencia adecuadamente ni mantiene a teólogos, eclesiásticos, papas, pastores, canónigos, monjes, mollahs, vudús, hierofantes, prelados, obíes, abates, monjas, misioneros, exhortadores, diáconos, frailes, hadjis, altos sacerdotes, muecines, brahamanes, hechiceros, confesores, eminencias, presbíteros, primados, prebendarios, peregrinos, profetas, imanes, beneficiarios, clérigos, vicarios, arzobispos, obispos, priores, predicadores, padres, abadesas, calógeros, monjes mendicantes, curas, patriarcas, bonzos, santones, canonesas, residenciarios, diocesanos, diáconos, subdiáconos, diáconos rurales, abdalas, vendedores de hechizos, archidiáconos, jerarcas, beneficiarios, capitularios, sheiks, talapoins, postulantes, escribas, gurús, chantres, bedeles, fakires, sacristanes, reverendos, revivalistas, cenobitas, capellanes, mudjoes, lectores, novicios, vicarios, pastores, rabís, ulemas, lamas, derviches, rectores, cardenales, prioresas, sufragantes, acólitos, párrocos, sufíes, muftis y pumpums.*
* Adaptado del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.

                ¿Y las mujeres ateas? ¿Qué hacer con ellas? El Autor cree que, por su sinceridad y coherencia, todos los ateos tendrán su lugar en el Hades, aunque ellos mismos no crean en su existencia. Esto, naturalmente, incluye a las mujeres: si buenas, al Erebo; si malas, al Tártaro. O así debiera ser. El Autor sugeriría a Caronte esta cuestión como cuestión de Estado, pero no puede hacerlo por carecer de las influencias necesarias para llegar a él sin morirse primero.
            Quedan tantos pecados por cometerse aquí en la Tierra, que sería una herejía morirse con tanta felicidad por delante. A menos, claro, que alguien inventara un medio informático-etéreo-virtual-satelital que permitiera la comunicación con lo supraterrenal, cosa difícil, porque los inventores andan siempre pensando en el vil metal, en su piedra filosofal, intentando descubrir el medio para vivir sin trabajar... pobres, no saben que eso ya lo inventaron los poetas.

Inventor: Persona que construye un ingenioso ordenamiento de ruedas, palancas, circuitos y resortes, y cree que eso es civilización.*
* Adaptado del Dicionario del Diablo, Ambrose Bierce, 1891.