A LOS GOLPISTAS DE SIEMPRE Y A LOS NUEVOS Y VIEJOS ENGENDROS
ECONOMISTAS
QUE TIENEN SOLUCIONES MÁGICAS… HASTA QUE LES TOCA GOBERNAR
Aclaración previa:
utilizo aquí lenguaje vulgar y grosero. Seguir con la lectura de esta carta es
de exclusiva responsabilidad de quien lo quiera hacer.
Cogotudos del
campo… cogotudos del orto.
Nos explicaron
que por la falta de trigo se cuadruplicaría el precio del pan… pero nunca faltó
el pan. Por consiguiente nunca faltó el trigo porque, de no haberlo, tampoco
habría pan. Nos mintieron. Estaban (y de hecho están) sentados sobre los silos
acopiadores para manipular el precio del trigo y otros tantos granos vitales
para la alimentación de los argentinos.
Que se sembró
menos, que no convenía, que la soja rinde mucho más, que las retenciones, que
los valores de exportación, que la sequía, que el exceso de lluvias, que las
heladas, que el granizo, que los agroquímicos, que el dólar, que la Cristina es
una yegua. Que se vaya la Cristina.
Nos explicaron
que no había ganado y que por eso el precio de la carne se multiplicó por diez.
Sin embargo, no falta la carne en las carnicerías. Nos mintieron. Que faenan
vaquillonas viejas y hasta vacas lecheras porque no hay ganado, que el dólar,
que la cuota Hilton… Bastaría recorrer los campos repletos de feedlots (no sé
si está bien escrito porque el inglés no es lo mío) llenos de ganado de
primera, de novillos, de los que supuestamente no hay. Nos mintieron. La
Cristina es una yegua. Para que aparezca la carne…que se vaya la Cristina. No
necesitamos yeguas, necesitamos novillos.
Nos explicaron
que en los tambos no hay vacas lecheras porque las faenan para compensar la
falta de los novillos que no faltan. Que ordeñar no conviene y que por eso el
precio de la leche se multiplicó por ocho. Por la altísima sofisticación de los
lactobacilus (y otros tantos bichos mejoradores del producto y del precio) y lo
caro y complicado que es meterlos en la leche. Que el precio de la alfalfa y de
los alimentos fina y sabiamente balanceados para que las vacas (que no hay)
produzcan más y mejor leche. Leche ocho veces más cara. La culpa es de la yegua
porque las yeguas no dan leche apta para consumo. Que se vaya la Cristina.
Y así, día a día,
nos explican de ingeniosas y convincentes maneras, que la solución de este país
es que se vaya la yegua. Que se vaya a lavar los platos con restos de la comida
(que no hay) por culpa de la misma yegua. Que las yeguas sirven sólo para
montarlas y producir potrillos como ellos, briosos, de raza pura, intelectuales
equinos de la economía. Son los golpistas cogotudos del orto, los de siempre,
un poco más sofisticados y con modernas tecnologías de comunicación, pero a no
confundirnos… son los mismos, los que voltearon a Alfonsín y a Illía, son los
mismos. Cogotudos del orto.
Cogotudos de la industria… cogotudos del orto.
Que les falta el
apoyo financiero del gobierno, que por eso no invierten en más y mejores
industrias. Les falta, por ejemplo, el apoyo que en su momento les dio Martínez
de Hoz, que nos endeudó a todos para que ellos, en vez de mejorar sus
industrias, se timbearan la plata nuestra en Suiza… total, nosotros, los
negritos de mierda, algún día terminaríamos pagando sus deudas. Y así fue
merced a Domingo Cavallo y asociados. Los negritos de mierda siempre terminamos
pagando las deudas ajenas. Para eso estamos. Porque la yegua les cerró las
importaciones de miles de productos que deberían fabricarse acá, en el país de
los negritos de mierda. Un raro fenómeno del capitalismo post-post neo liberal
de la Argentina que espera y exige que las inversiones de capital se las
financie el gobierno, el gobierno de la yegua, el gobierno que repudian. ¿Son o
no son capitalistas? Parece que no. Son equinos. Es más sencillo ensamblar
cosas fabricadas en china que ensamblar cosas fabricadas aquí, por los negritos
de mierda. Porque, encima, los negritos tienen la tendencia a pedir aumentos de
sueldo, cosa que los chinos no hacen y, si lo hacen, es problema de ellos. La
industria argentina, salvo honrosas excepciones, es la industria del ensamble.
Nos ensamblamos en contra de nosotros mismos, en contra de la yegua porque de
ningún modo vamos a permitir que un negrito de mierda tenga acceso al mismo lcd
o led, a la casa propia o al autito modesto, a la educación conducente y
edificante de otros tiempos, a la salud pública digna… faltaba más. Eva Duarte
murió, Illía murió, Perón murió, Alfonsín murió, Néstor Kirchner murió… y la
yegua todavía no se muere. Hay que matar a la yegua. Para que reine la
ignorancia y nunca, pero nunca, se le ocurra hacer “tronar el escarmiento”. Y
la yegua nunca podrá escarmentar a nadie porque la matan de maneras más sutiles
que las anticuadas asonadas militares. La matan haciendo que pierda las
elecciones y obligándola a que gobierne con el ya probado y fracasado sistema
del ensayo-error. Y la yegua no puede o no sabe qué hacer con los industriales
que no industrializan nada y los del campo que nunca pisaron una bosta de vaca.
Al fin y al cabo es mujer… debería irse a lavar los platos.
De los banqueros, de los buitres y otros cogotudos del orto.
¿Hará falta que
hable de esos otros? Por las dudas lo haré. Son los financistas del apocalipsis
que quieren los otros cogotudos del orto de los que ya hablé. Porque es sabido
que en la debacle cambiaria, inflacionaria y monetaria ellos siempre se llenan
de guita. Eso es sabido, comprobado e histórico. Y cuando la debacle no se
produce sola, la provocan ellos. Porque es su forma de enriquecerse más allá de
lo imaginable. Los bancos en la Argentina deben ser los únicos que desalientan
los depósitos con intereses ridículos. Y eso es porque no se dedican a
financiar nada más que a sí mismos. No prestan a los comerciantes, no prestan a
los industriales, no prestan a los del campo. No les hace falta asumir los
riesgos inherentes del capitalismo porque viven de otra cosa más sencilla. La
especulación. El mejor negocio argentino. Y nadie, ni si quiera la “zurdita”
Cristina, les toca el culo. La inflación, el otro mejor negocio argentino para
los especuladores, es la solución que los enriquece. La Cristina no es la
Evita. No les va a tocar el culo. Va a perder las elecciones porque cree que le
ganó la guerra al Clarín olvidando la historia, por ejemplo de Rockefeller que,
habiendo perdido su monopolio, se convirtió en el hombre más próspero del mundo,
capaz de poner y sacar gobiernos a su antojo. Eso le está pasando a Cristina.
La van a voltear y nosotros estamos permitiendo indolentemente que nos volteen
a nosotros. Porque el discursito lineal de que la culpa es de la yegua es más
sencillo de repetir y de creer. Mientras, en vez de unirnos en contra de la
mierda financiera, salimos corriendo a atesorar algunos dólares, a cambiar el
auto o a golpear cacerolas Essen para que se vayan todos. Tenemos desviados los
objetivos, no sabemos distinguir al enemigo. Y, aprovechando nuestra ignorancia
y corta memoria, los cogotudos del orto nos están dejando el culo sangrando…
porque el de ellos sigue sanito y próspero. Aunque yo también debería aceptar
el discursito simplista y maniqueo de que la culpa es de la yegua, de la
Cristina, porque es mujer y no quiere irse a lavar los platos. Así mi vida en
San Luis, decía, sería más sencilla, como la de los milicos… unos mandan y los otros
obedecen.
PD
Pero no puedo con
mi naturaleza insolente y bocasucia. Soy escritor… permítaseme la licencia de
la escatología en esta frase: cogotudos del orto, sigan con el plan maestro de
rompernos el culo, total… ya sabemos a quién podemos culpar. Como la yegua que
es, está disponible y a la vista; apunte, tire, pegue y festeje porque en una
de ésas, la volteamos.