domingo, 2 de febrero de 2014

CARTA ABIERTA

A LOS GOLPISTAS DE SIEMPRE Y A LOS NUEVOS Y VIEJOS ENGENDROS ECONOMISTAS
QUE TIENEN SOLUCIONES MÁGICAS… HASTA QUE LES TOCA GOBERNAR

Aclaración previa: utilizo aquí lenguaje vulgar y grosero. Seguir con la lectura de esta carta es de exclusiva responsabilidad de quien lo quiera hacer.

Cogotudos del campo… cogotudos del orto.
Nos explicaron que por la falta de trigo se cuadruplicaría el precio del pan… pero nunca faltó el pan. Por consiguiente nunca faltó el trigo porque, de no haberlo, tampoco habría pan. Nos mintieron. Estaban (y de hecho están) sentados sobre los silos acopiadores para manipular el precio del trigo y otros tantos granos vitales para la alimentación de los argentinos.
Que se sembró menos, que no convenía, que la soja rinde mucho más, que las retenciones, que los valores de exportación, que la sequía, que el exceso de lluvias, que las heladas, que el granizo, que los agroquímicos, que el dólar, que la Cristina es una yegua. Que se vaya la Cristina.

Nos explicaron que no había ganado y que por eso el precio de la carne se multiplicó por diez. Sin embargo, no falta la carne en las carnicerías. Nos mintieron. Que faenan vaquillonas viejas y hasta vacas lecheras porque no hay ganado, que el dólar, que la cuota Hilton… Bastaría recorrer los campos repletos de feedlots (no sé si está bien escrito porque el inglés no es lo mío) llenos de ganado de primera, de novillos, de los que supuestamente no hay. Nos mintieron. La Cristina es una yegua. Para que aparezca la carne…que se vaya la Cristina. No necesitamos yeguas, necesitamos novillos.

Nos explicaron que en los tambos no hay vacas lecheras porque las faenan para compensar la falta de los novillos que no faltan. Que ordeñar no conviene y que por eso el precio de la leche se multiplicó por ocho. Por la altísima sofisticación de los lactobacilus (y otros tantos bichos mejoradores del producto y del precio) y lo caro y complicado que es meterlos en la leche. Que el precio de la alfalfa y de los alimentos fina y sabiamente balanceados para que las vacas (que no hay) produzcan más y mejor leche. Leche ocho veces más cara. La culpa es de la yegua porque las yeguas no dan leche apta para consumo. Que se vaya la Cristina.

Y así, día a día, nos explican de ingeniosas y convincentes maneras, que la solución de este país es que se vaya la yegua. Que se vaya a lavar los platos con restos de la comida (que no hay) por culpa de la misma yegua. Que las yeguas sirven sólo para montarlas y producir potrillos como ellos, briosos, de raza pura, intelectuales equinos de la economía. Son los golpistas cogotudos del orto, los de siempre, un poco más sofisticados y con modernas tecnologías de comunicación, pero a no confundirnos… son los mismos, los que voltearon a Alfonsín y a Illía, son los mismos. Cogotudos del orto.

Cogotudos de la industria… cogotudos del orto.

Que les falta el apoyo financiero del gobierno, que por eso no invierten en más y mejores industrias. Les falta, por ejemplo, el apoyo que en su momento les dio Martínez de Hoz, que nos endeudó a todos para que ellos, en vez de mejorar sus industrias, se timbearan la plata nuestra en Suiza… total, nosotros, los negritos de mierda, algún día terminaríamos pagando sus deudas. Y así fue merced a Domingo Cavallo y asociados. Los negritos de mierda siempre terminamos pagando las deudas ajenas. Para eso estamos. Porque la yegua les cerró las importaciones de miles de productos que deberían fabricarse acá, en el país de los negritos de mierda. Un raro fenómeno del capitalismo post-post neo liberal de la Argentina que espera y exige que las inversiones de capital se las financie el gobierno, el gobierno de la yegua, el gobierno que repudian. ¿Son o no son capitalistas? Parece que no. Son equinos. Es más sencillo ensamblar cosas fabricadas en china que ensamblar cosas fabricadas aquí, por los negritos de mierda. Porque, encima, los negritos tienen la tendencia a pedir aumentos de sueldo, cosa que los chinos no hacen y, si lo hacen, es problema de ellos. La industria argentina, salvo honrosas excepciones, es la industria del ensamble. Nos ensamblamos en contra de nosotros mismos, en contra de la yegua porque de ningún modo vamos a permitir que un negrito de mierda tenga acceso al mismo lcd o led, a la casa propia o al autito modesto, a la educación conducente y edificante de otros tiempos, a la salud pública digna… faltaba más. Eva Duarte murió, Illía murió, Perón murió, Alfonsín murió, Néstor Kirchner murió… y la yegua todavía no se muere. Hay que matar a la yegua. Para que reine la ignorancia y nunca, pero nunca, se le ocurra hacer “tronar el escarmiento”. Y la yegua nunca podrá escarmentar a nadie porque la matan de maneras más sutiles que las anticuadas asonadas militares. La matan haciendo que pierda las elecciones y obligándola a que gobierne con el ya probado y fracasado sistema del ensayo-error. Y la yegua no puede o no sabe qué hacer con los industriales que no industrializan nada y los del campo que nunca pisaron una bosta de vaca. Al fin y al cabo es mujer… debería irse a lavar los platos.

De los banqueros, de los buitres y otros cogotudos del orto.

¿Hará falta que hable de esos otros? Por las dudas lo haré. Son los financistas del apocalipsis que quieren los otros cogotudos del orto de los que ya hablé. Porque es sabido que en la debacle cambiaria, inflacionaria y monetaria ellos siempre se llenan de guita. Eso es sabido, comprobado e histórico. Y cuando la debacle no se produce sola, la provocan ellos. Porque es su forma de enriquecerse más allá de lo imaginable. Los bancos en la Argentina deben ser los únicos que desalientan los depósitos con intereses ridículos. Y eso es porque no se dedican a financiar nada más que a sí mismos. No prestan a los comerciantes, no prestan a los industriales, no prestan a los del campo. No les hace falta asumir los riesgos inherentes del capitalismo porque viven de otra cosa más sencilla. La especulación. El mejor negocio argentino. Y nadie, ni si quiera la “zurdita” Cristina, les toca el culo. La inflación, el otro mejor negocio argentino para los especuladores, es la solución que los enriquece. La Cristina no es la Evita. No les va a tocar el culo. Va a perder las elecciones porque cree que le ganó la guerra al Clarín olvidando la historia, por ejemplo de Rockefeller que, habiendo perdido su monopolio, se convirtió en el hombre más próspero del mundo, capaz de poner y sacar gobiernos a su antojo. Eso le está pasando a Cristina. La van a voltear y nosotros estamos permitiendo indolentemente que nos volteen a nosotros. Porque el discursito lineal de que la culpa es de la yegua es más sencillo de repetir y de creer. Mientras, en vez de unirnos en contra de la mierda financiera, salimos corriendo a atesorar algunos dólares, a cambiar el auto o a golpear cacerolas Essen para que se vayan todos. Tenemos desviados los objetivos, no sabemos distinguir al enemigo. Y, aprovechando nuestra ignorancia y corta memoria, los cogotudos del orto nos están dejando el culo sangrando… porque el de ellos sigue sanito y próspero. Aunque yo también debería aceptar el discursito simplista y maniqueo de que la culpa es de la yegua, de la Cristina, porque es mujer y no quiere irse a lavar los platos. Así mi vida en San Luis, decía, sería más sencilla, como la de los milicos… unos mandan y los otros obedecen. 

PD

Pero no puedo con mi naturaleza insolente y bocasucia. Soy escritor… permítaseme la licencia de la escatología en esta frase: cogotudos del orto, sigan con el plan maestro de rompernos el culo, total… ya sabemos a quién podemos culpar. Como la yegua que es, está disponible y a la vista; apunte, tire, pegue y festeje porque en una de ésas, la volteamos.

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