domingo, 2 de junio de 2013

Law šá lláh

Law šá lláh (del árabe "que dios lo permita")

Ojalá que no termine este día, que no termine, ojalá.
Que se quede el sol en ese poniente exacto un rato más, ojalá.
Que esta tibieza suya quede anclada en mi patio un rato más, ojalá.
Que se quede el sol un rato más y desmienta a Zarathustra, ojalá.
Que se quede ese sol y me enseñe, me demuestre, que dios no murió, ojalá.
Que el superhombre muera con dios, si dios ha de morir y que quede ese sol anclado en mi patio y en mis ojos y en mis manos, ojalá.
Que el sol permanezca en ese exacto ocaso sin la crueldad de los calendarios, ojalá.
Que se muevan los relojes, si quieren, pero que el sol se demore un rato más en tu mirada, ojalá.
Que el sol me enseñe que no soy tan pobre todavía como para dar limosnas, ojalá.
Que me dé tibieza sólo para  construir nuevos latidos también mañana, ojalá.
Que la noche embrujada no llegue aún y con sus engañosos encantos se lo lleve, ojalá.
Que sus hilitos dorados detengan la sangre antigua, tan eterna, tan presente, tan dolorosa, ojalá.
Que sus hilitos rojizos tejan una telaraña que me envuelva, me absuelva y me libere de esas muertes viejas, ojalá.
Que me devuelva la simpleza y la insolencia, que lave mis culpas, todas ellas, ojalá.
Que me enseñe a brillar de nuevo, ojalá.
Que se quede allí mientras tengo todavía ganas de mirarlo a la cara sin fruncir el ceño ni desviar la mirada, ojalá.

Pequeña oración de un ateo que leyó a Niestzsche.

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